A los Animales me acerco siempre desde el respeto; fueron una banda de gente inquieta, curiosa, y humilde ante el talento de los viejos bluesmen a los que querían homenajear. Como uno siente mas o menos una admiración similar por esa gente, solo que con 40 años de retraso, tiendo a pensar en los Animals mas como esforzados académicos británicos que como verdaderos artistas. Pero es mentira, solo con oír cualquiera de sus canciones y discos (ese magnifico concierto que grabaron en 1963 con Sonny Boy Williamson, por ejemplo), sabes que estas ante gente con talento. Queridísimo Eric Burdon y esas cosas, que diría Johnny Cifuentes.
Esta canción que os traigo hoy, la casa del sol naciente, me interesa por varios motivos: es un clásico de blues-folk americano, nadie se atribuye su autoría, y cuenta una historia con gancho ambientada en New Orleans, ciudad donde viví una temporada (y si, es tan apasionante como imaginais). Pero sobre todo, por ese órgano... vale, la forma de cantarlo de Burdon es cojonuda, y conforme, los 4 acordes de guitarra que sostienen la canción son reconocibles a millas de distancia, pero repito, ¡os habéis fijado en esos teclados? Alan Price at his best. Era 1964 y este tema ya lo habían intentado con anterioridad personajes del calibre de Nina Simone y Bob Dylan. Después de que los Animals lo hicieran suyo, paso un poco como con el Quijote de Cervantes, que nadie mas se atrevió a publicar un libro de caballería; punto final. A ver quien es el guapo que hoy en día le pone lo que hay que ponerle y la toca en un local... ¿ninguno? ¿nadie?
En fin, vamos al lío, los Animals en acción. Silencio, genios en escena.
Como estoy seguro que la letra os apasiona, sírvanse ustedes mismos.
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