En general corresponde con gente que puede que sean extraordinariamente entrañables para sus acólitos, familia y fans (da la casualidad de que en casi todos los casos son famosos o famosetes, con contadas excepciones como aquel grupo, Patrullero Mancuso. Señor que noche nos hicieron pasar a mi compadre Gonzalín y a mi en el Moby Dick), pero que en mi opinión personalizan todo lo superfluo y despreciable de la música y el rock'n'roll: el postureo, la mercadotecnia, la confección y pastelería, la artifiosidad y en general, la prevalencia de la envoltura sobre la nuez. Gente que me cuesta imaginar en un garíto con serrín en el suelo, tocando por puro placer y a cambio de un par de botellines de garimba.
Pues bien, como en casi todo, me equivoco, y hay gente en apariencia repelente que resulta que tiene momentos de sensibilidad e inspiración, y hasta que es posible que efectivamente puedan ser gente interesante. Cada vez que descubro uno de estos, automaticamente tiendo a olvidarme del suceso o a buscar motivos para menospreciar la validez de su aportación. Es inútil; dentro de mi, por mucho que me moleste y avergüence, ME GUSTA. Así que hoy vengo a confesarme y hacer terapia; os traigo unas cuantas pedazo de canciones que no encontrareis en mi colección de cds. Maldita sea.
Empezamos con unos de mis predilectos a la hora volcar mis iras: los incomparables Scorpions. Puaj. Lo escribo y me dan arcadas. Esas baladas pastelonas y edulcoradas hasta el vómito. Noooooo. Pero estos pedazo de cabrones fueron capaces de esta cosita llamada Big city lights que es mucho mas que potable, mal que me pese. Me pude resistir en un principio, amparado en que no dejaban de ser unos chuletas con mallas a años luz de los Maiden o Halloween. Pero cuando años despues les dió por grabarla en versión acústica, ya no había nada que hacer. ¡Si es que recuerdan a los primeros G'N'R!. Joder, joder, joder. Aquí os la dejo, con dolor.
Otro de mis odios ancestrales: James Blunt. Osea, la versión británica y piporrona de Andy y Lucas. Todo mi desprecio a aquella campaña de mediados de los 2000 con aquel bodrio "You are beautiful". Lo escuchabas hasta en la sopa. Mierda. Pues resulta que el gachó, que sigue por lo demas dando la matraca con sus baladícas intragables, en su segundo disco tuvo la clarividencia de grabar este 1973 que os traigo hoy. Algo le dieron ese día en la grabación; es demasido buena y "clásica". El pinpollo cuando la canta en directo la destroza con saña, metiendo de por medio suspiros y lamentos, y como además le baja por la jeta 3 o 4 velocidades en la interpretación, queda despojada de ese swing que la hace tan tatareable. Ni se me ocurre ponérosla así. La versión grabada es la buena, ese día en que me imagino le habrían hecho una buena mamada, y los músicos que andaban por el estudio al fin pudieron demostrar que valían su sueldo.
Siguiente ser demoníaco: Miguel Ríos (a.k.a. Mike Rivers). No puedo con el, y menos cuando todo sinvergüenza que ha grabado un disco en España desde los tiempos de Teddy Bautista dice que es un maestro e inspiración... ¡anda ya! Es un melifluo soplapollas, una afectado y doloroso interprete. Una pesadilla musical y estética. Y no le perdono aquel programa infernal en TVE: Que noche la de aquel año. El cabronazo que regurgitó esa cosa "Santa lucía", y que tuvo los santos cojones de ponerle letra cañí a la 9ª sinfonía de Beethoven (con este tipo solo admito que se meta Chuck Berry), ese sujeto ha sido capaz sin embargo de parir este Memorias de la carretera, que es exactamente lo contrario al resto de su carrera: blues-rock honesto, sencillo, sentido y pegadizo. Otra vez me cago en San Putios. A tragarme el puto orgullo y volverla a escuchar.
Seguimos para Bingo. Ahora vienen otros insufribles, los Status Quo. Se supone que uno ha de tenerles veneración. Que llevan tanto como los Stones en la carretera y tal. Pero es que Mick tiene en un meñique mas talento que todo el árbol genealógico de estos tunantes. Pura fachada y pose rockera seguida de las absoluta vacuidad. Como los escenarios en las películas del far west. Solo les conozco un momento de inspiración verdadera, de auténtica implicación con la música, casualmente al principio de su carrera, y es este Gerdundula. Todo lo que a su discografía le falta, originalidad, actitud, tono, presentación-nudo-desenlace, en fin, "sustancia", todo ello es lo que percibo en esta canción. Y maldigo el día que me compré un grandes-éxitos (ironía "on") de esta tropa, salvo por este título que traigo a continuación.
Otro del que no puedo decir nada bueno, es ese sujeto que se hace llamar Kid Rock. Un rapero blanco en Michigan. Tatuado hasta las cartolas. Y que rapea. Un enjendro entre Vanilla Ice y Eminem. Potativo. Pues bien, resulta que el tipo se dedica toda una década a hacer el mono con sus pantalones cagados y el torso descubierto, y de repente, un buen día, se levanta y piensa: "Esa canción tan cojonuda, esa de los Lynyrd, la de Sweet Home Alabama, yo creo que puedo hacerle una versión entre tributo y homenaje". Y el jodido, contra todo pronóstico y desafiando las leyes de la fisica, va y hace una obra maestra. ¿Como dice? Que si coño, que si. Que ha sido capaz de hacer este magnífico All summer long con sus propias manítas. Como el maldito Robert Johnson, que de ser un mindundi volvió convertido en la mayor estrella de blues de la historia, aparentemente tras pactar con el diablo. Porca miseria, ¿por qué también el?.
Me guardo para el final el mas insufrible, ese individuo repelente de bigotito, sombrero de globero, andares aznarescos, y que vive siempre torturando su guitarra en la búsqueda del titulo de pelma olímpico en categoría de los superpesados, ese que responde al nombre de Santana. No voy a referirme a su interminable carrera de punteos fuera de lugar acompañando electro-bachatas y ballenatos; sencillamente mi paladar no admite esta clase de abominaciones. Pues el tipejo este, en fin, coge un buen día, le convence a un muchacho de nombre Chad Kroeger, del que no se a que se dedica en sus ratos libres, y se casca este pedazo de tema que se llamó Into the night. Me niego a comentar mas. Bastante me duele ponérosla aquí.
¡olé, tú!
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